lunes, 24 de octubre de 2005

Cultivemos nuestras actitudes

Cosechamos lo que sembramos y cada cosecha tiene su tiempo de crecimiento y de maduración. No hay atajos. No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: “¡Crece, maldita seas!”.


Algo muy curioso sucede con el bambú japonés que lo trasforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas, la planta de bambú crece...

Sólo llegan al éxito aquellos que luchan de forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

Es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordemos el ciclo de maduración del bambú japonés. Y no debemos abandonar por no ver el resultado esperado, ya que inevitablemente está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando. No debemos darnos por vencidos, vayamos gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que nos permitirán sostener el éxito cuando éste, al fin, se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.

El ejemplo del bambú muestra metafóricamente algo evidente: todo proceso de realización personal está esencialmente vinculado al desarrollo de hábitos y al cultivo de actitudes como: el coraje, la paciencia, la perseverancia, la fe, la voluntad, la cooperación, la creatividad y el entusiasmo, necesarios para todo proyecto personal. Sin estas cualidades, el cambio y el desarrollo del potencial humano no es posible.

El triunfo es un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia...... para saber esperar el momento adecuado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanto mas tardas en preparar los cimientos, mas solidos son, vendría a ser esto,no¿?