martes, 11 de julio de 2006

LOS PILOTOS DE IBERIA, UNA IMPRESENTABLE CASTA DE PRIVILEGIADOS


La huelga salvaje protagonizada por los pilotos de Iberia durante siete días ocasionará a la compañía unas pérdidas mínimas de 5 millones de euros diarios y afectará a unos 200.000 pasajeros, según las estimaciones iniciales.

No está de más recordar las prerrogativas que disfruta está casta, integrada por 1.800 personas, en gran parte madrileños. El salario medio de estos privilegiados es de 150.000 euros anuales, por 59 horas de trabajo mensuales.

La comparación con otras líneas es elocuente. Por poner un ejemplo, los de Iberia vienen a ingresar entre un 80% y un 140% más que sus colegas de la aerolínea de bajo coste Easy-Jet.

Otro dado ilustrativo: un piloto que vuele el lunes a la capital colombiana, descansa todo el martes y al día siguiente regresa a Madrid. El resto de la semana lo dedica al sano deporte de no dar golpe. Por supuesto, en Colombia se aloja en un hotel de cinco estrellas, pagado por Iberia. La compañía se encarga de trasladarlo del avión al hotel y viceversa. Al llegar a Barajas, también corre a cargo del transporte hasta su domicilio.

Como saben que tienen la paella por el mango, el sindicato que agrupa a estos espabilados presiona a la compañía donde más le duele, con una huelga. Lo paradójico es que esta injustificable medida les saldrá gratis. En caso de conflicto laboral, los pilotos no perciben las dietas y horas de vuelo, pero resulta que por convenio tienen garantizado el cobro de 70 horas mensuales, tanto si las vuelan como si permanecen en tierra.

Como quiera que la media no suele superar nunca las 60 horas, pese a no haber trabajado durante la huelga recibirán el sueldo íntegro, menos las dietas. En definitiva, una auténtica tomadura de pelo.

Es de recordar que en los años 80 el presidente norteamericano Ronald Reagan tomó una decisión draconiana. En medio de una feroz huelga de los controladores aéreos que vulneraba las leyes vigentes, les propinó un ultimátum y, al no ser atendido, los despidió a todos de un plumazo. Y aquí paz y después gloria.

A buen seguro que la dirección de Iberia ha pensado en medidas similares. Lo que nadie sabe a ciencia cierta es si son factibles por nuestros lares celtibéricos. Lo que semeja a todas luces intolerable es que un minúsculo grupo de privilegiados paralice el transporte aéreo de un país y deje tirados a los ciudadanos, justo cuando comienzan sus anheladas vacaciones estivales.

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