miércoles, 26 de julio de 2006

¿SOMOS FELICES?

El exceso de información y la falta de reflexión nos lleva a desconocer cuales son las fuentes de felicidad y a perseguirla de forma errónea y, por tanto, frustrante.

¿Cómo puede ser Nigeria el país más feliz del mundo?

Un grupo de expertos dedicado a investigar sobre una base de datos de 80 países ha determinado que el país más feliz del mundo es Nigeria. Es mas, otros estudios de este mismo grupo de científicos sorprenden, dado que a partir de unos 15/18.000€ de renta per cápita, la felicidad de un país tiende a disminuir (Simposio sobre la Economía de la Felicidad celebrado en marzo de este año en Los Ángeles).

Estos datos ¿son por qué la gente está mejor informada y es cierto aquello de que un pesimista es un optimista bien informado o por qué es cierto que el dinero no trae la felicidad? Me inclino mas por lo segundo: el actual contexto nos lleva a un mayor horario de dedicación al trabajo sin tener en cuenta como afecta a la faceta de los individuos como miembros de una familia a la que debe dedicársele tiempo; la presión social lleva a una acumulación de bienes sin poder disfrutar de los ya adquiridos (segundas residencias, viajes, ....) y como consecuencia se genera, por ejemplo, estrés e insomnio; la libertad se contempla sin límites, lo que antes se denominaba libertinaje, con sus consecuencias negativas para la misma persona que lo practica. Es decir, todos, empezando por los gobiernos, sólo medimos la felicidad por la acumulación de riqueza material.

Otros estudios nos dan pinceladas de cómo se puede perseguir la felicidad más acertadamente. Podemos decir que existen tres niveles de motivaciones que, en cuanto más se superan, más felices hacen las personas:

  • Las intrínsecas que son aquellas que permiten cubrir las necesidades materiales (la casa, el coche, la salud, etc....)
  • Las extrínsecas que dan a los individuos un reconocimiento personal en frente de otros (la amistad, reputación, autoridad sobre los hijos, etc...)
  • Las transcendentales que son las que mueven a realizar acciones por una causa justa donde no exista el egoísmo (pertenecer a organizaciones altruistas, creer y ser consecuente con los principios, la religión, etc....)

Estos tres ámbitos deben estar equilibrados y, de estar uno más presente que el resto, lleva a disfunciones graves, lo que vulgarmente denominamos ser un materialista, un fantasma o un lunático. En este sentido, el conocerse y contar con alguien muy íntimamente ligado (ese "alguien otro de verdad" en mi post de la alegría) puede permitir balancear esta anomalía, aunque a veces, si nos dejamos llevar, también puede comportar una falsa esperanza de felicidad. Así por ejemplo, si estamos de acuerdo en que los hijos se educan por lo que ven, unos padres materialistas (muchos regalos pero poco tiempo) recibirán las consecuencias de su desequilibrio cuando estos sean mayores y necesiten de ellos.

Como ejercicio deberíamos plantearnos en cada uno de los ámbitos mencionados unos objetivos motivantes por su ambición pero, al mismo tiempo, realistas, asumibles. Así, al igual que hacemos en nuestro trabajo, deberíamos auto imponérnoslos a nosotros mismos de forma explícita y autoevaluarnos, incluso implicar en ello a nuestros familiares y amigos. En este sentido, los objetivos materiales son más fáciles de cuantificar y lo importante es "conocerse a sí mismo" y ponerles unos límites. En cuanto a los extrínsecos, lo esencial es casi dejarse llevar, no querer aparentar o forzar las situaciones en exceso. Por último, muy pocas personas están realmente preparadas para una motivación trascendental ya que la sociedad actual es excesivamente materialista y la mayoría de los "imputs" que recibimos van en su contra. No obstante son los que más felicidad parece que otorgan.

En resumen, en la búsqueda de la felicidad no hay que dejarse llevar, sino más bien luchar activamente, cada uno a su manera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu decides acerca de tu vida y de la de los tuyos.
Con el ejemplo del día a día se aprende a dar valor a aquellas pequeñas cosas que nos acercan a la felicidad, cosas sencillas, detalles sutiles que con el paso de
los años van quedando en nuestra mente, comportamientos y valores
que hoy en día se han perdido en su mayoría y que son la esencia
de una vida austera, digna y entregada a los demás.
La felicidad de la consciencia,ese lento y continuo avance por el conocimiento de nosotros mismos,de los demás y del mundo.
La sonrisa de un niño, allí donde esté, no importa en que país del mundo se encuentre, nos dará el significado de los que es realmente la felicidad.
Intenta comprender a los niños y adáptate en lo posible a su mundo;
También ellos habitan la Tierra. Cuando camines y te encuentres con un niño,abre bien tus ojos y sonríele.
En esa mirada verás la felicidad.