martes, 27 de junio de 2006

miércoles, 21 de junio de 2006

LA ALEGRÍA NACE DEL DESAFIO

Hace unas semanas leí una entrevista a Angel Gabilondo (Catedrático de Metafísica y rector de la Universidad Autónoma de Madrid) en La Contra de La Vanguardia que me hizo reflexionar sobre algunos temas que quisiera compartir con vosotros.

En primer lugar hacía una afirmación que no por evidente deja de ser interesante: "la sencillez es un resultado, la simpleza es un estado primario".

Pero el mensaje central de la entrevista se basaba en la afirmación de que la alegría es un desafío, algo por lo que hay que luchar. Estamos en una sociedad blanda, acomodada y tibia, donde la queja se ha convertido en un instrumento utilizado con demasiada facilidad. En general estamos muy aburridos y eso nos produce una vida gris mas o menos adornada. La alegría nace del desafío, de correr el peligro de vivir, de hacer de la vida una experiencia.

Pero poco a a poco se va imponiendo una corriente de pensamiento muy individualista en la que resulta que uno mismo se enquista, se vuelve autosuficiente. Curiosamente un adjetivo utilizado hoy en día como un valor positivo del ser humano. Los desafíos mayores vienen de los otros, esos que irrumpen en nuestra vidas de manera que nos transtornan y nos alteran, pero nos hacen vivir. En general en nuestras relaciones buscamos a alguien como nosotros para no vernos muy desafiados. Pero es una suerte encontrarse en la vida con alguien
otro de verdad.

Nos hemos convertido en seres aislados y tenemos una idea de las relaciones personales como si fueran un movimiento que lleva del uno al otro, una especie de yo yo y tú tú. Si uno piensa en Platón, entenderá que el
eros, el amor, es el movimiento que pone a los dos en dirección de algo. Pero nuestra mente actua de forma curiosa: suele trabajar para confirmar lo que ya existe, aquello en lo queremos creer, en lugar de crear algo distinto.

Encontrarse a alguien con quien iniciar un itinerario hacia un punto distinto es un regalo fantástico, pero hay que saber valorarlo.
Deberíamos ser como archipiélagos, conjunto de islas unidas por aquello que las separa.

No se trata de hacer grandes cosas extravagantes, sino de cuidar los detalles de la vida, darle mucha intensidad a cada instante. Como seres mortales debemos aceptar y ser conscientes de que cada instante de nuestra vida no volverá. Pero vivir con la conciencia de mortales es muy exigente. Nos pasamos la vida intentando ocultar que somos efímeros, y eso nos hace cotidianos como el pan, el periódico,.....

Si realmente tuviesemos esa conciencia de finitud seríamos menos "productivos" y dedicaríamos una proporción mayor de nuestras vidas a vivir. En general en nuestras vidas hay mucha actividad, pero poca acción. La acción produce transformación, la actividad solo consume recursos.

Lo que realmente debe asustarnos no es la muerte, sino el echar a perder la vida. Y una vida sin alegría es una vida perdida.

"La alegría esta en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la victoria misma."

Indira Ghandi